Abstract: El “proyecto de investigación” o el “proyecto de desarrollo tecnológico”, es una variedad ciertamente importante que merece un tratamiento preferencial y diferencial. Si concebimos la preinversión como la síntesis de los estudios de diferente índole técnico, económico, financiero, legal, institucional, organizativo y ambiental, que facilitan y justifican la decisión nada fácil, de asignar recursos, habitualmente significativos, hacia un objetivo no siempre claramente determinado, debido a la magnitud del riesgo en un ámbito desconocido y con información insuficiente, parcial e incompleta, entonces la metodología propuesta cobra aún mayor relevancia. La idea fundamental de esta reflexión es ofrecer a los diletantes y expertos (estudiantes, profesores, consultores, funcionarios, profesionales) que comienzan a recorrer el arduo camino de la investigación o el desarrollo tecnológico, unas pautas útiles para su labor a partir del concepto de “proyecto”.
Los conocimientos
científicos tienen valor en la medida en que se puedan aplicar en favor de la
humanidad. Este beneficio habitualmente está ligado al interés financiero que
deriva de su comercialidad. Quien posee una patente, por ejemplo, la desarrolla
y utiliza comercialmente para lucrarse, siempre que alguien descubra su
utilidad y tenga la capacidad de pagar por su uso o empleo. Buena parte del
conocimiento científico que se desarrolla técnica y comercialmente tiene
posibilidad de generar utilidad financiera.
Otras motivaciones surgen de la
búsqueda de mejorar el comportamiento de ciertos ámbitos o sectores económicos
y sociales (empleo, educación, salud, inversión, mercados externos, cambio
monetario, etc.), que se dimensionan y valoran a través de la llamada
investigación económica. En otros se busca mejorar la calidad de vida de las
comunidades y se analizan en términos de los costos que se tienen que asumir y
los beneficios que se disfrutarán. Otros más, con el mismo propósito anterior
en torno a la sociedad, tratan de encontrar respuestas adecuadas para la
conservación del medio ambiente (agua, paisaje, aire, naturaleza, etc.) y
garantizar una estancia equilibrada en el planeta para las generaciones
presentes y futuras.
La ciencia o el conocimiento
científico en alguna forma son neutros (ni buena ni mala, depende de su
aplicación), sirve para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, pero
también se aplica, desafortunadamente en forma intensiva, en contra de los
intereses de la humanidad. La industria y el comercio de armas, los virus
electrónicos, la guerra química y la biológica, la pornografía en Internet, el
tráfico de estupefacientes, son ejemplos contundentes de aplicaciones abusivas
de la ciencia, que van respaldadas en la totalidad de los casos por fuertes
inversiones que persiguen y consolidan pingues ganancias comerciales.
El concepto de proyecto y la
metodología correspondiente que hasta el momento hemos expuesto, tiene un
amplio espectro de aplicación en los diferentes sectores de la economía ya sea
en la producción de bienes o en la prestación de servicios. Esta propuesta,
aplicada con cierta discrecionalidad, es idónea también para atender los
llamados proyectos de investigación científica y los de desarrollo tecnológico.
No cabe duda que los conceptos y procedimientos utilizados tienen mayor vigencia y pertinencia cuando se
trata de penetrar en el mundo de la innovación o aquel ámbito del conocimiento
científico disponible, pero que no ha tenido el desarrollo tecnológico y comercial,
y por lo tanto involucra un riesgo que debe ser ponderado y dimensionado antes
de aplicar recursos.
Sin duda el origen de todos
los artefactos que rodean nuestra cotidianidad, fueron en algún momento ideas y
reflexiones que gracias al talento, talante, empuje, entusiasmo, constancia,
perseverancia, tenacidad y terquedad de sus descubridores, encontraron
inversionistas visionarios que percibieron tempranamente su utilidad comercial
y financiaron su desarrollo. Tal como sucede en los llamados proyectos de
inversión, los de carácter investigativo y de desarrollo tecnológico tienen que
demostrar su pertinencia, viabilidad y oportunidad, por esta razón se precisa
que sean presentados por escrito y diseminados y difundidos en los nichos de
interés a través de sus correspondientes “planes de negocios”. De lo anterior
se deriva la relevancia de un “gestor
calificado”, no solamente con vocación científica, sino con convicción y
enlaces adecuados y confiables que le permitan auscultar, cautivar y persuadir
a potenciales inversionistas privados, a instituciones responsables del diseño
y ejecución de políticas públicas de ciencia y tecnología, a las agencias
nacionales e internacionales de desarrollo, crédito o cooperación interesadas
en ciertos temas, para buscar y consolidar las alianzas necesarias que
garanticen coordinación con entidades académicas, o empresas y agencias de
desarrollo que ejerzan liderazgo en el tema. Cabe anotar la inocua duplicación
de esfuerzos por falta de cooperación y colaboración entre entidades, empresas
y agencias que persiguen idénticos objetivos de investigación o desarrollo
tecnológico, perdiendo la oportunidad de aprovechar sinergias y reducir costos
y tiempos. Las unidades de Investigación y Desarrollo (I&D) de las empresas con la participación de los gremios que las
agrupan, las entidades estatales diseñadas para promover e impulsar la
productividad y competitividad a partir de la ciencia, la tecnología y la
innovación, tendrán que gestionar y establecer los puentes necesarios con la
academia para estructurar programas y actividades de ciencia y tecnología
conducentes a desarrollar nuevos productos o servicios, menos costosos, más
accesibles, y que reporten mayor valor agregado a los usuarios finales, lo que
se traduce en mayor productividad y por ende superior competitividad. Es tarea
del gestor evitar dicha duplicación a través de alianzas y uniones temporales
estratégicas. Las comunidades científicas suelen ser el camino más apropiado
para transitar con seguridad en el camino de la innovación, en el sentido de no
repetir lo que otros en otras latitudes han logrado y percibir con claridad el
estado del arte en determinado ámbito del conocimiento.
Es oportuno anotar que los
esfuerzos de investigación se manifiestan a través de actividades que
desarrollan distintos equipos de trabajo en diferentes ámbitos de interés: los
departamentos de investigación y desarrollo de las empresas e instituciones
(I&D); algunas ONG´s y otras organizaciones que auscultan el comportamiento
de las comunidades con el fin de servirlas en mejor forma, amén del trabajo
juicioso que realizan como parte integral de su misión institucional, algunas
universidades e instituciones de carácter académico. No todo el trabajo de
investigación se adelanta en laboratorios, aulas u oficinas, muchas se
desarrollan en campo abierto, selvas, ruinas, calles, etc.; como en el caso de
exploraciones sociales, antropológicas, geológicas, paleontológicas,
económicas, entre muchas otras. Indagaciones en el campo de la medicina, la
genética y su expresión más controvertida los transgénicos; la electrónica y
sus diferentes aplicaciones en la salud (cardiogramas, ultrasonidos, resonancia
magnética, exámenes de sangre,
marcapasos, órganos artificiales, prótesis, microrobótica, etc.); la química
del petróleo; la química fina; el desarrollo de las telecomunicaciones; la
nutrición; la farmacopea; los nuevos materiales; los ingeniosos métodos de
construcción y diseños arquitectónicos; la indagación jurídica; la pesquisa
social, son entre muchos otros, los campos donde se aplica y es de gran
utilidad el concepto de gestión de proyectos.
Lo mismo que con los
proyectos convencionales, la gestión de la investigación y desarrollo (I&D)
enfrenta el reto de evaluar diferentes alternativas de proyectos, que conduzcan
a una asignación óptima de los recursos disponibles. Tanto a nivel de programas
públicos de investigación, como a nivel de las estrategias empresariales de
innovación, se presenta el problema de decidir sobre la utilización de recursos
escasos entre proyectos que compiten entre sí, para lo cual es preciso
establecer prioridades teniendo en cuenta los objetivos de mayor espectro
definidos en los planes y programas de desarrollo. Sin embargo, la calificación de un proyecto
sobre otro, tiene sus problemas conceptuales y operativos que los distinguen de
los convencionales, en los cuales indicadores cuantitativos como el VPN o la
TIR pierden vigencia por la
imposibilidad, en la mayoría de los casos, de estructurar flujos de caja
confiables.
Buena parte de los recursos financieros que se canalizan hacia las actividades de
investigación se justifican en la medida que el proyecto se convierta en un
mecanismo impulsador de la competitividad de la empresa, agencia o sector. Pero
dado que el proyecto de investigación es claramente un proyecto de inversión,
sería deseable conocer su rentabilidad y pertinencia. Sin embargo, esta medida
es bien difícil concretar en un proyecto individual puesto que: los beneficios
se suelen manifestar tan solo en el mediano o largo plazo; por otro lado, es
muy difícil asignar efectos económicos a un proyecto particular, ya que los logros se alcanzan a través de
programas, planes o paquetes de proyectos; la expresión de los beneficios de la
investigación se manifiestan en incrementos de ventas o utilidad, o
satisfacción de la clientela para lo cual no son suficientes los esfuerzos de
investigación sino que se precisan de otros insumos como habilidades
gerenciales, disponibilidad suficiente de capital para el desarrollo técnico y
comercial. A pesar de estas limitaciones, los evaluadores han aplicado
indicadores cuantitativos para medir sus resultados, tales como: número de
publicaciones técnicas (investigaciones de origen académico), eventos de
divulgación, patentes, número de productos diseñados, tasas de uso de recursos
por cantidad de proyectos realizados, etc. También, se utiliza como indicador
las utilidades, ventas y otros beneficios económicos que se supone emanan de un
proyecto de investigación, además de juicios cualitativos sobre el éxito de
algunos proyectos específicos. Es preciso, adicionalmente, evaluar diferentes
resultados que están ligados a la etapa de desarrollo del proyecto de investigación. Así, en la primera etapa de perfeccionamiento
teórico a nivel de laboratorio, en la que se utilizan insumos como personal
calificado, información científica y técnica, equipos sofisticados y
laboratorios, los resultados tienden a ser del tipo tradicional (publicaciones,
artículos, reportes, eventos de divulgación, patentes). Es importante que la
información generada en esta fase sea suficiente y abra el camino para evaluar
las posibilidades de transferencia a un nivel industrial con ventajas
comerciales manifiestas. Los resultados antes mencionados, junto con la
participación de nuevos insumos, como consultoría y tecnología externa e
inversiones en equipo, materiales y componentes, son el punto de partida para
realizar la traducción de los resultados de la primera fase en innovaciones a
nivel industrial y comercial. Los resultados esperados de este segundo nivel de
desarrollo son muy claros: nuevos productos o procesos mejores y más confiables
que los existentes, ahorros de capital y disminución de costos y desde
luego, respuestas oportunas a las
exigencias de la clientela.
Por otro lado, el éxito de un proyecto de
innovación incluye una serie de aspectos monetarios y no monetarios que deben
tomarse en consideración para efecto de cualquier calificación o ponderación en
términos de su bondad y pertinencia: oportunidades concretas de negocio con
efecto sobre la competitividad de la empresa; identificación de convergencias
con otras inversiones que no se habían visualizado antes del proyecto;
aprendizaje individual y colectivo; mayor acceso y comprensión de nuevas tecnologías;
influencia para cambiar normas y estándares; preparación para emprender nuevos
proyectos de investigación; mayor capacitación del personal y aprendizaje sobre
la gestión de proyectos de I&D, y el nacimiento de una cultura de
investigación en el ámbito de la empresa o institución.
Para efectos de presentación
podemos distinguir dos fases: la primera a nivel de preinversión que trata de
establecer la pertinencia y oportunidad de un proyecto y calificar su
conveniencia por encina de otras opciones de utilización de recursos. Aquí los
procedimientos y herramientas de evaluación convencionales de orden
cuantitativo ya mencionadas no suelen ser suficientes y en la mayoría de los
casos muy difícil de utilizar debido a la incapacidad por parte de los analistas
de dimensionar los beneficios o ingresos que se derivan de una investigación,
imposibilitando la elaboración de un flujo de caja. La segunda fase corresponde
a la ejecución del proyecto cuyo objetivo principal es desarrollar un principio
científico conocido y llevarlo a una aplicación industrial de cuyo despliegue
comercial se puedan derivar adecuadas ganancias que justifique en alguna forma
el esfuerzo y el riesgo asumido. Coherentes con la metodología presentada desde
el principio trataremos de abordar el proyectos de investigación o desarrollo
tecnológico recorriendo el ciclo: preinversión (identificación, formulación,
evaluación, negociación), ejecución, operación y evaluación expost.
Juan José
Miranda Miranda
Marzo de
2015
[1] Tomado contextualmente del libro “Gestión de
Proyectos” de Juan José Miranda Miranda.
[2] Queremos diferenciar estos proyectos de los
convencionales (con antecedentes conocidos) para los cuales disponemos de tecnologías
apropiadas, disponibles o utilizables. Los proyectos de investigación
científica o de desarrollo tecnológico buscan precisamente nuevas formas de
hacer las cosas, crear nuevos conocimiento o confirmar o controvertir los ya
conocidos y aceptados.
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