Abstract:
Con el fin de garantizar que las inversiones resultan provechosas para sus
propietarios (públicos o privados) y desde luego para la comunidad, es preciso estudiarlas y analizarlas
cuidadosamente antes de movilizar recursos hacia su realización. A través de un proceso inteligente conocido
como “gestión de proyectos”
que recorre todo el ciclo (preinversión, ejecución, operación y evaluación expost), que se enmarca en un concepto más
amplio de "planeación" se aspira orientar la utilización adecuada
de los escasos recursos buscando siempre objetivos de crecimiento económico y
social. Por otro lado, existe una
evidencia empírica tomada en los últimos años en el sentido que los países que
mayores porcentajes del PIB (producto interno bruto) le dedican a la inversión son precisamente
aquellos que mayores tasas de crecimiento vienen reportando.
Presentación
Tomando como referencia a la economía en su conjunto es
posible demostrar que el crecimiento guarda una relación directa con la
inversión, lo que determina que mayores niveles de inversión reportan mejores
índices de crecimiento.
Para
la década de los 90 los índices de crecimiento de Singapur, Malasia, Corea y
Tailandia oscilaron entre el 6.7% y el 10%, en tanto que el coeficiente
inversión – producto (% PIB) se movió entre el 32.3% al 39.1%, tendencia que se
ha mantenido en los siguientes lustros. Esto explica en alguna forma, las bajas
tasas de crecimiento en América Latina y el Caribe que no llegaron en promedio
al 3.5% en el mismo período, puesto que sus índices de inversión - producto
alcanzaron un exiguo 17.5%. Cabe anotar
que una proporción grande de dichos recursos para inversión en los llamados
Tigres de Asia han sido orientados hacia la educación en todos los niveles.[2]
Cabría aquí una corta digresión en torno al
proceso de inversión como fenómeno económico, con el fin de facilitar la entrada
conceptual al término "proyecto" en su acepción más rigurosa y
operativa. El mayor esfuerzo deliberado de las sociedades a través del tiempo
ha estado encaminado a cambiar la relación entre los recursos y las
necesidades, buscando satisfacer mayor número de éstas con el incremento de
bienes y servicios disponibles, mediante el aumento del capital como
consecuencia del proceso de acumulación. Pero la acumulación es posible siempre
y cuando se cumpla la etapa previa del ahorro, en efecto, los ingresos derivados
de la producción o de los empréstitos o de la enajenación de bienes, pueden
tener dos destinos bien diferenciados, o el camino del consumo o el camino del
ahorro. La privación del consumo presente (ahorro) permite a las comunidades
destinar parte de los beneficios de la producción a la inversión, incrementando
su inventario en bienes de capital o bienes productivos. Estos nuevos recursos
combinados con otros factores aumentan nuevamente la producción, y se generan
nuevos incrementos en el recurso capital, acrecentando de hecho la capacidad de
atender mayor número de necesidades.
Dado que la inversión nacional no es
más que la suma de las inversiones individuales ubicadas en las distintas
regiones y sectores económicos, es preciso acercarnos al contexto
microeconómico de la inversión; en efecto, la instalación de factorías, la
construcción de infraestructura, la importación de equipo y maquinaria, la
puesta en marcha de servicios de educación o salud o comunicaciones, el impulso
a las expresiones culturales, etc., que son decisiones independientes de
invertir, generan incremento en la tasa de inversión nacional.
Es importante explicitar la sinergia
mutua que liga al crecimiento económico y el bienestar de las comunidades con
los esfuerzos de inversión, sin duda, mejoran la calidad de vida de las
comunidades y apuntalan mejores índices de desarrollo claramente manifiestos en
la tasa de empleo, producción, crecimiento y alfabetismo.
No obstante, el retardo
socioeconómico de algunas regiones o localidades es el resultado de la
indiferencia, negligencia y carencia de iniciativas de inversión de parte de
sus mandatarios y dirigentes, pues si no hay inversión se niega en forma
categórica la posibilidad de desarrollo y bienestar.
Es oportuno deslindar cierta
jerarquía que ha sido aceptada universalmente en la utilización de los términos
"plan",
"programa" y "proyecto" y la forma en que
interactúan y convergen con otros dos vocablos “políticas” y
“presupuesto”. [3]
Una presentación esquemática bien
simple y sin pretensiones conceptuales (la armonía de las cinco p´s), nos
indica que los planes están compuestos por programas y que los programas
contienen proyectos; por esta razón afirmamos que "los proyectos se
constituyen en la unidad operativa de los planes", y en un lenguaje más
directo que "los planes se materializan a través de proyectos
exitosos".
Es
preciso observar como el concepto genérico de “inversión” se transforma en un
lenguaje coloquial y rutinario, mucho más accesible, preciso y concreto en el
término “proyecto”.
Por lo tanto, para reclamar calidad
en la asignación de los recursos se requiere mayor información sobre la
rentabilidad financiera, económica, social y ambiental de cada proyecto, que
permita diseñar políticas y procedimientos que prioricen las inversiones en
función de dichas rentabilidades.
El "ciclo del proyecto"
señala las diferentes etapas que recorre
el proyecto desde que se concibe una idea hasta que se materializa en una obra
o acción concreta, estas etapas son: la "preinversión", la "inversión
o ejecución",
la etapa de "funcionamiento u
operación",
y lo que se suele denominar como la “evaluación ex-post”.
EL CICLO DEL PROYECTO
En el siguiente esquema se desarrolla en detalle la
idea de ciclo discriminando cada una de sus partes:
Es preciso tener en cuenta que el
profesional que dirige y se encarga del éxito de todas y cada una de las facetas del ciclo se
le denomina “gestor de proyectos” o “estructurador de proyectos”. Se
trata de un profesional u organización de elevadas calificaciones técnicas y
éticas, con experiencia, enlaces
y conocimiento suficiente del sector
económico y territorio donde operará el proyecto, que tiene la capacidad
de contratar y auditar a los entes u organizaciones responsables en cada etapa
del ciclo. Hagamos un acercamiento a las diferentes instancias que componen el
ciclo:
§
La “identificación”
se fundamenta en la explicación causal de los aspectos principales de un
problema, carencia, limitación o necesidad y el planteamiento de las posibles
alternativas de solución, también la forma como se puede aprovechar una
oportunidad en un entorno propicio.
Dado que los recursos son
insuficientes para atender la ingente cantidad de necesidades o dar respuesta
eficaz al sin número de oportunidades descubiertas, lo que significa, que no
existen suficientes insumos para atender los requerimientos de todos los
proyectos identificados, se precisa un proceso riguroso e inteligente que
permita ponderar cada propuesta y fac
La
fase de "preinversión", corresponde a todos los estudios que
se precisa adelantar antes de tomar la decisión formal de canalizar o no
recursos hacia algún objetivo particular; esta fase incluye los procesos de
identificación, selección, formulación, evaluación exante y negociación.
§
ilitar
su “jerarquización” para “seleccionar” entre muchos los que
mayor valor agreguen a la empresa, a la economía o a la sociedad.
§
Los
proyectos seleccionados son sometidos al proceso de “formulación” que no es
otra cosa que la organización en forma sistemática de todos los aspectos de
diferente índole (entorno, mercado, técnico, organizacional, jurídico,
institucional, ambiental y financiero) que son la base para la estructuración de los flujos de caja, necesarias para
aplicar los criterios de evaluación.
§
Criterios
conocidos como el “valor presente neto”, o la “tasa interna de retorno”, o
“costo anual equivalente” o “costo mínimo”, entre otros, son aplicados a los
flujos financieros para determinar la bondad, conveniencia o pertinencia de un
proyecto, esto es la “evaluación financiera”. Aplicando algunas enmiendas o cambios a los
flujos financieros en cuanto a impuestos, subsidios y transferencias y
empleando ciertos correctivos a los precios de mercado, se obtienen los
“precios económicos” o “precios sombra” o “precios cuenta”, lo que facilita la “evaluación
económica” buscando eficiencia en la asignación de recursos. Si a los
anteriores flujos de caja corregidos se aplica el criterio de redistribución de
ingresos se logra la “evaluación social” que reclama una
orientación hacia la equidad. Adicionalmente se incorpora al análisis los
efectos que sobre el medio ambiente se espera origine el proyecto durante la
ejecución y también durante la operación, lo que se perfila como la “evaluación
ambiental”.
§
El
estudio de preinversión, se constituye en el instrumento idóneo para ofrecer el
proyecto a potenciales inversionistas, financiadores y autoridades, lo que
permite iniciar un proceso de “negociación” donde el mejor argumento estará dado por la
calidad y rigor de los estudios allí contenidos; en efecto, este documento
deberá soportar todos los interrogantes, acotaciones y precisiones que
soliciten las personas naturales o jurídicas que se interesen en el proyecto.
No se trata exclusivamente de elaborar con rigor los diferentes estudios,
también es preciso poner especial atención a la presentación del documento y
las ayudas que puedan mejorar la percepción de terceros interesados. Los “planes
de negocio” que se elaboran como resúmenes ejecutivos mejorados de los
estudios de preinversión, se constituyen en la herramienta idónea para acercar
al proyecto a ocasionales inversionistas y demás agentes de interés.[1]
La
preinversión corresponde entonces a los estudios de diferentes temas (entorno,
mercado, técnico, organizacional, jurídico e institucional, ambiental y
financiero) que soportan con suficiente solidez la decisión de asignar recursos
y proceder a la ejecución de un proyecto.
La "inversión
o ejecución" es básicamente una etapa temporal (con comienzo y
fin) de movilización de recursos tanto humanos como financieros, logísticos y
físicos, con el propósito de garantizar los medios idóneos para el cumplimiento
posterior del objetivo social del proyecto. Se trata, pues, de un proceso de
transformación que utiliza diversos insumos para entregar una nueva capacidad
instalada, que pueden ser las instalaciones de una fábrica; un embalse para
riego; el montaje de una campaña de vacunación masiva; una nueva oficina de
recaudo de impuestos; un taller de mantenimiento de vehículos; los
instalamentos de un centro cultural o lúdico; el montaje de una planta
termoeléctrica para atender las necesidades de energía para el desarrollo de
una región; la construcción, dotación y equipamiento de un hospital regional;
la celebración de un evento artístico, cultural o deportivo; el tendido de un
oleoducto o gasoducto, etc., en fin, la dotación de una nueva capacidad
instalada lista para operar al servicio de la actividad económica. Es de tal
dimensión e importancia esta etapa que se ha diseñado y articulado un andamiaje
organizativo de singular relevancia denominado “gerencia, administración o
dirección de proyectos”.[2]
La
etapa de "operación" corresponde a una actividad permanente y
rutinaria encaminada a la producción de un bien o a la prestación de un
servicio; es la etapa, repetimos, en la cual se cumple el objetivo social
buscado por el proyecto. Es bien importante observar cierta mutación, puesto
que el proyecto, dada su condición de temporalidad, se transforma en una
empresa en operación que, obviamente, derivado de la necesidad de garantizar su
permanencia, continuidad y
sostenibilidad a través del tiempo, exigirá un formato diferente de
organización. Es el modelo denominado genéricamente “administración de empresas”
que transita por cuatro fases: planeación, operación, seguimiento y control, y
revisión. La planeación que determina el
curso de acción a seguir, la operación que es la traducción del plan a los
hechos concretos, y el seguimiento y control que corresponde a la verificación
de que lo ejecutado esté en armonía con lo planeado, de lo cual puede resultar
la revisión de los planes y la corrección de las acciones.
Por
esa razón, los proyectos en operación son objeto de análisis con el fin de
contrastar si los planteamientos y expectativas resultantes del estudio de
preinversión se dieron en la ejecución y si se están presentando en la
operación; con el fin de verificar la bondad de los instrumentos de captura,
procesamiento y análisis de la información y los mecanismos de decisión y
negociación utilizados, esto corresponde a la llamada "evaluación ex‑post". Todo proyecto en cualquier etapa de
su ciclo deja claros preceptos y recomendaciones para futuros emprendimientos.
Con el propósito de clarificar
conceptos es oportuno invocar otro término de uso muy frecuente en el lenguaje
de los expertos, pues dada la importancia de la cronología y magnitud que la
salida y entrada de dinero tiene en el análisis, se constituye en guía y punto
de referencia obligatorio y permanente, es el “horizonte del proyecto”. La
ejecución que es la etapa en la que se movilizan mayor cantidad de recursos
humanos, financieros, logísticos y de todo índole se expresa desde el punto de
vista financiero como salidas de dinero (flechas hacia abajo); para la
operación se deben asumir costos de producción, administrativos, de ventas y
financieros, que también constituyen salida de dinero (flechas hacia abajo); pero
al mismo tiempo se generan ingresos derivados de las ventas de los productos o
servicios (flechas hacia arriba), por otro lado, cuando el proyecto deje de
producir beneficios sociales, económicos o financieros se tendrá que liquidar,
lo que da por resultado unos ingresos correspondientes a la venta de los
activos que aún tienen algún valor comercial. La huella de todos estas entradas
y salidas de dinero en diferentes momentos del horizonte del proyecto,
constituye el denominado “flujo de caja” resultante
cuantitativo de la formulación y elemento básico para la evaluación exante del
proyecto. Es importante observar, que la etapa de “preinversión” es una mirada
anticipada del futuro del proyecto y por lo tanto está fuera del “horizonte”,
es precisamente desde allí donde se hacen las estimaciones o simulaciones de
los sucesos esperados en cada etapa del horizonte.
HORIZONTE DEL
PROYECTO
El proyecto, insistiremos durante toda el documento, a través del recorrido
por las diferentes etapas del ciclo, se constituye en la unidad operativa del
desarrollo (nacional, regional, local, sectorial, institucional o empresarial),
y se expresa como medio para la solución de problemas o aprovechamiento de
oportunidades; para atender necesidades sentidas de la población; como
mecanismo para la concertación y gestión de recursos; para la coordinación de
acciones interinstitucionales en trabajos de interés común y, desde
luego, como instrumento de control de gestión que permita
verificar la eficacia social de los planes y programas, obviamente, como
herramienta previa necesaria para respaldar los planes de negocios encaminados
a la creación de empresas. Por las razones anteriores no dudamos en afirmar que
el “proyecto es el motor del desarrollo”.
Cabe ilustrar en forma muy
tangencial el contenido de los estudios de preinversión elaborados en atención
a diferentes condiciones, lo que nos obliga a apelar a una clasificación que
como todas resultan un tanto arbitraria, pero cumple con el propósito de
depurar la forma de abordar cualquier proyecto para la captura, análisis y
presentación de la información, preámbulo necesario para la toma de decisiones.
Dadas las características de los productos que elaboran o los servicios que
prestan, o de los beneficios que aportan, los proyectos se pueden clasificar de
la siguiente forma:
Proyectos de interés social:
Aquellos destinados principalmente a satisfacer necesidades de una comunidad
mediante la oferta de servicios. Ejemplo, proyectos de salud, educación,
saneamiento básico, vivienda, culturales y entretenimiento.
Proyectos productivos: Estos proyectos tienen como fin instalar y operar una capacidad
transformadora de insumos con el fin de producir bienes o prestar servicios con
destino a atender necesidades de consumo. Ejemplo, proyectos de transformación
industrial, de producción agrícola o agroindustrial, de explotación minera, de
expresión creativa y cultural, proyectos de prestación de servicios tales como:
agua potable, alcantarillado, telefonía fija o celular, energía eléctrica, gas
domiciliario, servicio de internet, consultorías técnicas, económicas y
jurídicas, servicio de salud y educación, recolección y disposición final de
basuras, etc.
Proyectos de infraestructura física y social: Tienen como propósito fundamental crear condiciones facilitadoras,
inductoras, impulsoras o coadyuvantes para el desarrollo económico y social. El
producto que entrega el proyecto sirve de instrumento para que las comunidades
y los agentes económicos desencadenen actividades productivas que mejoren sus
ingresos y condiciones de vida, y propicien efectos económicos positivos hacia
otros grupos sociales. Ejemplo, carreteras, ferrocarriles, centrales
eléctricas, distritos de riego, sistemas de comunicación, servicios públicos,
puertos marítimos y fluviales, aeropuertos, escuelas, colegios, hospitales,
parques, etc.
Proyectos – programas: Aquellos orientados a producir o fortalecer una capacidad generadora de
beneficios directos a través de otros proyectos. Ejemplo, programas de
capacitación o procesos de alfabetización, campañas de vacunación, reformas
internas de instituciones de prestación de servicios, ofertas culturales y
deportivas masivas, etc.
Estudios básicos: No suelen generar productos directamente aprovechables pero si permiten
identificar nuevas opciones de inversión o de aplicación tecnológica en
beneficio de las comunidades. Ejemplo, investigaciones básicas enfocadas al
desarrollo de productos o servicios de beneficio social, como en el caso de
nuevos materiales, alimentos, vacunas,
medicinas, plaguicidas, tecnología aplicada a la medicina, etc.
Juan
José Miranda Miranda
Marzo
de 2015
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